5 oct 2015

Inalcanzable.

Te tengo y eres inalcanzable
No en el mal sentido
Me gusta no entenderte,
y me dejas inerte
y careces de sentido.

Me gusta verte semidesnuda,
cuando te ves en el espejo,
y te sumerges en amargura,
y te busca mi ojo perplejo.

Me gusta que no decidas nada
cuando te digo las opciones
Me gusta que te quedes callada
cuando no tomo decisiones

Me gusta darte todo
y que me pidas más
Que critiques mis modos
Satisfecha... jamás.

Cuando tardas mucho
en elegir tu ropa,
y parece que lucho
contra el tiempo en la alcoba

Me gustan tus horas,
en tu maquillaje y aromas
Tus miradas lectoras
y a cada segundo, mejoras.

Me gustan tus caprichos,
tus mentiras y dichos
Me gustan tus acertijos,
adivinanzas... y gritos.

Para mí, eres Inalcanzable
No en el mal sentido
Porque el tiempo es amable
y mi amor, infinito.

29 ago 2015

Extraterrestres.

Este maldito planeta tan bello. Somos una enfermedad que carcome el mundo como mueren las hojas después de ser arrancadas, y lentamente se pudren hasta volver al polvo. El ser humano, dentro de reconocerse como tal, también va perdiendo la esencia de su fortaleza como habitante. Tal vez al mundo le falta una pareja, un beso de otro mundo. Tal vez sólo así nos perdamos en el amor incondicional que nos regala la imaginación, tal vez no merezcamos el polvo de nuestros excesos... exceso de amor, de egoísmo, de filantropía, de abrazos, de palabras, de gente. Nos sobra lo que somos, lo que queremos representar; nos sobran los espejos, los peines, los zapatos. La vida no quiere nada de nosotros; nos separamos del ruido, nos perdimos como ladrillos en la melodía, nos alejamos del cosmos por delirios de grandeza que nos aislan a querer estar solos y a querer pensar que no lo estamos. Nos inventamos caminos y destinos para alimentar nuestra necesidad de urgencia, para corromperla después con el pretexto del progreso. Hemos resuelto los problemas que hemos provocado sin resolvernos a nosotros primero. Nunca dejaremos de crearnos martirios, tal vez hasta nuestra evolución, tal vez cuando se reduzca la población a los rebeldes; aquellos que vieron el fin de los tiempos, aquellos que sin moverse visitaron otros planetas y otras realidades... los locos que aprendieron de civilizaciones extraterrestres e intentan predicar la solución impensable, impensable por tener como medio la paz. No la paz, tal vez, de bandera blanca. La paz romántica, trágica, solemne y en soledad. Tal vez ya estamos condenados y la predestinación sí existe. Ojalá nos apartemos de nosotros mañana, para que hoy existamos como el reconocimiento a la especie que merecemos ser.

Érase una vez un ente galáctico. Y entre tantos enredos con la realización hedonista de la enseñanza a la multitud resplandeciente y secreta consigo misma nacieron los pequeños cosmos multicolores. No querían lo que hoy quieren, querían que los que querían quisieran querer lo que hoy se quiere, ¿o lo que quiere? ¿Y lo que quieres? Y las facetas humanistas no dejaron de expandirse y esa gigante roja, en la "grotesca parodia de sí misma", nunca se enfrió, y corrieron los filósofos del nuevo ojo paralelepípedo a buscar una forma de salvar la representación que se esculpía entre caracteres grices y destellantes, o grices o destellantes, o grices y/o nada. Los renglones rompieron filas, la ley se convirtió en juguete, los edificios en plastilina, los microbios en bloques reacomodables, las partículas en deseo, la literatura en soldado y el café en lágrima; pero el ladrillo rojo, como el libro, era mutante continuo, y se hacían polvo, o peldaño, o dulce, o el ladrillo palabra y la mezcla tinta. Entonces el ente galáctico fue un aviso que decía: "La Verdad os hará lo que se le pegue su chingada gana".

19 ago 2015

Bravura.

De la melodía a las flores, ¿habrá diferencia? Porque no siempre se camina sin pensar en los pies; y este lugar mantiene la vista corrompida por el llanto de las jambas y los zaguanes, puros de marca, que marcan el paisaje sin contaminar la mente con pensamientos secos.
Una contracorriente de viento parece mecer, con solemnidad la superficie de mi lóbulo frontal, como si mis neuronas fueran diminutas gotas de rocío saladas; pero las retinas buscan un castillo con expectativas rojas. Un momento dedicado a las velas carmín con faros de abrigo mojado, y una espuma amarga combina con encaje e -imperfecto- sobre las líneas que urgen alienarse, pero huyen del orden como rebeldes niños, castigando a sus padres.
No es un hotel cualquiera, pensé por un segundo que estaba experimentando uno de esos sueños pasajeros que se hospedan por una semana, máximo, en el descanso huérfano, justo en medio de su temprano despertar, y recuerda su nacimiento, y recuerda el cálido toque de las mantas de terciopelo barato sobre sus piernas infladas; imágenes, explota mi estómago, de un sobrenatural sosiego infame, cuyo perpetrador asesino asemeja zozobrar entre la penumbra del norte. A partir de Escocia.

¿Qué desmiembra la música del amargo calor, que convidan las notas miel del Abrojo? Porque cuentan historias; tal vez verdes en exceso y carentes de... todo lo demás.
Y el despliego de palabras anglosajonas inapetentes pudren el ámbito elegante, de aquellos que sirven lo que ellos toman; pero el carmín sigue encendido, y la lluvia baña los prejuicios como los Druidas cuidaron de la herencia secular.
No tengo más esmeradas neurosis para el estado airado de mi holgura, contrario al anterior rojizo ágape que compartía mi honor y mi festejo.
No más palabras rimbombantes, no más adorno. El lugar de mi bravura lo marca como marca la música mi desvelo, como marca la luna el nacimiento de la noche; y aquí estoy, tolerando por despecho el pasado que me esclaviza, la culpa de tenerlo todo sin haber sudado por dicha riqueza. Que me devore el sol, que me persigan los lobos, que me quemen los renglones que hoy escribo aunque no los merezca.

Hoy me nubla Edinburgo, hoy cosecha la penumbra; no estoy para nadie, porque hoy... soy el literato del diablo. Le ofrezco mis versos a la tenebrosidad del papel que me escucha. Hoy mi cuerpo piensa y mi mente siente.
¿Cuál es la brecha que separa el arpa del trago? Aquél trago floreciente de tinta sangrante. ¿Cuál es, pues, la diferencia entre lo que hoy imprimo en incongruencias y lo que bebo en amargas palabras inconscientes que hierven en ?
Un abrazo a mí mismo.

15 jun 2015

Paganos en Frenesí.


Somos algo en dos,
conocidos antes de 
un beso iluminado,
danzando libres sin techo;
unidos por el diámetro humano,
y la física contemporánea.

Ahora te siento como yo,
formado una partícula sin comienzo,
un rastro de lienzo, un punto del conjunto.
No existimos sin las energías,
pero resistimos sonriendo,
alegrías en combustión

Somos los creadores,
retados por el atardecer,
luchando con madera al alba o pechos sin timbe,
afligidos del encanto,
criminales de lo sano,
lo nocturno de las luces.

Podemos hablar de lo incierto
y nadie nos escucha, ídolos del viento,
y nadie nos percibe, ni en pluma, ni en sellos;
pero somos frágiles o somos destellos
y nadie estará ahí, para recoger luz,
para servirnos, ocupar nuestro lugar,
para ser nadie, y ser todo.

6 may 2015

Tinieblas.

Todos los ojos me escuchan
todos los ojos oscurecen
y el suspiro de dios se extingue en mis manos
y el misterio herviente en mi voz
carcome con su magma la benevolencia,
en la trinidad desde sus cantos nació el silencio
callaron su flujo de indulgencias para escucharme
desvanecieron los rastros de influencias humanas
destrucción del esclavo errado en faltas de sentido....
...
Todos los ojos me escuchan
nace del hielo la oscuridad
y desaparece la luz en ceguera
se une el abismo con mis entrañas
y el aliento de fuego asienta poder en mis manos

... y en el misterio volcánico de mi voz
se formó una sonrisa...

7 mar 2015

Vulnerable.

Probablemente, si fuera atractivo, mi vida sería mucho más fácil. Siempre me he preguntado si en el amor[?] en verdad existe el destino; la gente me dice que sí, me dice que no, me dice que nunca, y me dice que ojalá... algún día...

Pero tú eres impenetrable, tu mirada no sigue a la mía, tus vértebras no quieren moverse, tu columna es rígida y mis palabras frágiles... de emociones vulnerables.
En este lugar con esas emociones vulnerables sólo se me ocurre imaginar que soy atractivo para ti, que soy interesante, que valgo la pena y que quieres conocerme.

Pero, ¿te querré conocer yo?
¿Serás lo que mi imaginación inventa, construye, crea, transforma, distorsiona y equivoca sobre ti?
Tal vez no seas lo que mi imaginación represente.
Tal vez no inventas, ni construyes, ni creas;
tal vez seas todo lo contrario, o algo nuevo pero totalmente desagradable.
Tal vez no seas mi destino... pero definitivamente quiero conocerte.
Tal vez para no inventar, ni construir, ni imaginar... para no hacer esas cosas contigo.

Pero cantas....

De todo lo desagradable que podría encontrar en ti... cantas.
Lo supera todo, cantes bien o cantes mal.
Ay, tu voz, pero no escondo seriedad.
Tu voz y tu esencia mientras la usas.
Tu voz y tú.

Si pudiera dibujarlo todo, pintaría esa voz... la plasmaría en un para siempre; no para mí, no nosotros, pero el cosmos estaría presente para admirar la sutileza de tus notas.
Tu voz y tú para siempre, para el cosmos.
Tú, voz, cosmos... para siempre.

Estoy seguro de ti, no de nosotros. Eres esencia de belleza pura.
Siento tantos celos de los ángeles, pues aunque no crea en ellos... existen para enamorarse de ti.
Qué envidia aquél que te toque, que sienta tu cabello, tus labios, tus pechos, tu cintura, tu mirada y tu ser.
Qué dolor aquél te haya perdido y que coraje aquél que te consuele.
Qué sorpresa que te quedes...
Qué tortura que te vayas.
Estoy seguro de ti y de tus pies cuando se van,
como estoy seguro que al final del día...
estaré sin ti, igual que ayer... igual que mañana.

27 feb 2015

Más allá de La Colina.

Aquella mujer acechada por el tiempo, que guarda la naturaleza de su soledad, escuchó los llantos inocentes de las crías de algún canino delgado, de esos que molestan temprano en las mañanas y todas las mañanas. El invierno hacía el transporte de leche más una buena opción que una lucha, pero siempre podías ver a un grupo de chiquillos tratando de robarle al lechero que ahora pasaba frente a la mujer, acechada por el tiempo, frente a la puerta de su casa, sentada y aferrada al presente que parecía contarle maravillas por la atención que le prestaba al silencio constantemente interrumpido de la mañana.

Recordaba, al escuchar el presente, sus hijos y nietos que poco a poco fueron pasando de su lecho a a explorar, valientes, más allá de la colina para regresar con pareja, dinero y descendencia... Se sintió, por un momento, un estorbo inútil que se apagaba; sintió una desolación perpetua, aunque sólo reviviera el pasado que desaparecía con cada llanto que comenzaba a interrumpir sus pensamientos.

Al alejarse el lechero, los llantos parecían disminuir con cada respiro que aprovechaba la cansada dama para escuchar hasta la última palabra de la vida.
Con torpeza tierna y senil, tomó un frasco de leche y con apresurada lentitud se dirigió a la parte trasera de la casa, de donde provenían aquellos ruidos.

Antes de quitar algunas piedras con el pie desgastado, ya había percibido aquella esencia de putrefacción, pero avanzaba con gentileza respetable para descubrir a una perra muerta que apenas comenzaba a corromperse debdio al frío, y que cuyo cuerpo había servido de refugio a sus seis pequeños que tropezaban con un séptimo víctima del invierno.

Uno por uno, los llevó dentro y los cobijó y alimentó con la leche helada... "Pronto me iré igual que su madre, y como ella haré todo lo posible para que vivan muchos años y tengan muchos hijos y continúen repartiendo vida por donde vayan... hasta mi último cerrar de ojos."

Después de los meses, la mujer acechada por el tiempo se recargaba en el muro exterior de su casa, y cuando observó a aquellos cachorros explorar más allá de la colina y regresar con algún pato migratorio o algún acompañante peludo... sonrió y, con una bella lágrima, durmió para siempre.
¿Con qué derecho nos cansamos de la vida si la vida se cansa de nosotros primero? Entonces daré lucha si la lucha significa que desde mis huesos nacerán las flores más bellas.


Lamento Romance.

¿Por qué hay tanta niebla en el Valle?
Por ahí donde canta el río, hay niebla
Por ahí donde el bosque se pierde, hay niebla
Por ahí donde el trueno silencia su nombre, hay niebla.

Quiero caminar hacia el agua, pero hay mucha niebla
Quiero nadar río arriba para probar las aguas más dulces, pero no me veo
Quiero encontrar la orilla, satisfecho y cansado, pero me pierdo
Quiero regalarle mi aliento a la cueva, pero la cueva se esconde

Saldré a pintar las nubes, saldré en busca del aire
Saldré en victoria ciega cargando en brazos el cuerpo líquido
Saldré arrastrando mi sangre si es necesario,
Saldré, contigo, sabiendo que derroté la niebla y la corriente...
aunque no te vea...

26 ene 2015

Cosmos.

Un día me recordé sentado intentando observar al viento…
Sobre un pedazo de roca, protuberancia de un abismo, a milímetros de una muerte.
Era una muerte lejana y débil, pero me observaba como nos observa a veces la noche.

Me recordé inquieto pero con calma, calculando los metros del canto enérgico,
Como si estuviera oculto, escondiéndome del planeta que me sostenía;
Era un planeta solemne e infectado por nosotros, por mí, por nuestra causa,
Causa desconocida o bien, inservible…

Encendí el fruto cósmico de la hierba mágica,
Me transporté al mismo lugar donde el viento intentaba mostrarse;
Pero sólo me recordaba en algún otro lugar, en soledad con otros vientos…
Y me conecté con el pasado y el presente,
Y me di cuenta que son términos humanos, como la palabra tiempo es.

Las ilusiones de los recuerdos como son las palabras recorren efímeras circunstancias,
Efímeras e importantes, trascendentales para nuestros ojos blandos e irónicos.
¿Somos acaso un chiste de la naturaleza?
¿Un enemigo construido para evitar el aburrimiento de la creación pura de vida?

Si estamos para no estar, si la vida no tiene sentido, si luchar es preparase para morir…
Si escribir es vivir para siempre, si cantar es vivir por los demás, si bailar es vivir presente…
Si la música es un futuro recuerdo, si la vergüenza es fruto de la ambición soberbia…
Si la música es fantasía infinita como las palabras, si esa ambición es alimento del alma…

Si el planeta marcha y no nos necesita en lo absoluto…
Si somos esclavos de nosotros mismos, de los que decimos, de nuestra propia humanidad…
Si la paradoja de la libertad, si la ley de Talión, si estamos despiertos hasta el amanecer…
Si Borges o Cortázar, si los rusos o los japoneses, si Shakespeare o Tolkien…

Tengo el frío que me adopta, el teclado que me escucha, la luna que me esconde…
Tengo el azul entre el cielo y la tierra, las luces de la ciudad, el fuego infinito e invisible…
Tengo la energía de mil galaxias, el poder de billones de universos, el alcance de la luz…
Tengo a mi alma que impide todo aquello, pero el conocer de mis antepasados no me obstruye…
Tengo la voluntad eterna, el cuerpo indestructible, la conciencia traviesa…

Tengo el cobijo del invierno, la tristeza de la luna, la soledad de la muerte…
Tengo un santuario en mi garganta, lo más sagrado en mis palabras, lo real en páginas…
Tengo los adagios y el réquiem, la bohemia y la abstinencia…
Tengo la interminable sabiduría del placer en el beso y en las hojas más verdes…

Tenemos todo eso, nosotros.

Me di cuenta, recordándome sentado… tratando de observar al viento;
Que en el tratar está la esencia del vivir, en la lucha está la victoria,
Que no hay tregua con la vida, pues somos la vida misma.
Que no existe el existir, sino la existencia como una sola cosa.
La existencia de una sola cosa… de la cual formamos parte.

Me di cuenta, intentado observar al viento… que somos viento.
Que nuestros respiros son música para el universo.
¿Acaso somos máquinas creadas para entretener a la naturaleza?
¿Acaso somos bufones violentos destinados a retar a las legiones de la madre tierra?

Somos madre tierra y somos sus hijos… somos máquinas creadas para crear y ser creados…


¿Por qué no estamos en otros planetas, conquistando el amor de todo el universo?

14 ene 2015

Deseo.

No quiero que me recuerdes, quiero que me olvides con un beso

Quiero estrecharle la mano al diablo al tocarte

No quiero sentarme junto a una ventana, quiero quemarme con tu cuerpo



Prefiero respirar el fuego cuando me entregues a la demencia

Si decides entregarme

Porque prefiero el castigo a desperdiciar el aliento dulce

Un aliento dulce tuyo, si decides entregarlo.



Quiero un momento sin ti, pero con tu figura

No quiero ver el rostro de Dios

Quiero un pecado que me dure hasta la combustión de mis huesos

Que tú ya quemaste, que tú respiraste… pero en mi soledad nocturna



¿Qué son los labios sin un poco de saliva y aliento?

¿Qué son dos cuerpos unidos sin danzar con el viento?


¿Por qué me siento tan sólo aunque tenga a la humanidad en mis manos menos a ti?

8 ene 2015

Ausencia.

Cuando no estoy sólo me busca el silencio,
y me apaga en un fruto sereno y elegante,
parecido a tu boca como tu boca es mi silencio, pero
no es ese silencio el que me encuentra
con el alma desnuda,
el cuerpo en el aire...
con las alas rotas.

Cuando no estoy mis respiros se rinden,
se ahogan y reviven,
se escapan y me encuentran un hogar nuevo;
pero no son mis respiros los que atraen a la noche,
pues la noche me encuentra, como aquél silencio...
pero no es tu boca, ni son mis hogares casuales.

Cuando no estoy no hago ruido, ni me quedo en el suelo;
me gusta ir de nube en nube,
porque quiero encontrarle un lugar mis lágrimas para suicidarse.
Busco luz y calor,
porque quiero encontrarle un lugar donde quemarse a mis huesos
y mi carne alimente a las bestias.

Cuando no estoy es porque aún me busca un silencio
que no es tu boca pero tal vez sean tus deseos
y me refugio en el sufrimiento, hundido en placeres...
que no son tu boca,
pero tal vez sean tus deseos.

Cuando no estoy es porque aún me estoy buscando;
voy de nube en nube y busco calor y luz
y busco encontrar el lugar y quemar mis huesos
y observar a mis lágrimas suicidarse...

...porque con las alas rotas soy mi propio silencio
que ahoga sus respiros para no estar...
para salir a buscarte.

9 nov 2014

Dulce Pena.

Te escribo porque hablar contigo no es suficiente. De las cenizas que has dejado tras la traición de tu doble ironía, recaí como manglar ante la nieve. Me cuesta trabajo helar esas llamas petrificantes; es momento de que me digas la verdad de tu estancia en mi tiempo… ¿sigues presente después de tantas heridas? ¿Te callas y te levantas esperando una provocación insólita?

Ésto es a ti, demonio de dos caras que ocultas la tercera para que no aprenda a moderar mis duras caídas y, al mismo tiempo, alimentas mis ganas. No podré tener aliados si sigues siendo mi enemigo, doble persona que me atormenta. Ésto es a ti que apareces cuando las circunstancias llaman desesperadamente a la rebeldía y la violencia. Ésto que te suena y lo lees con otro nombre siendo yo mismo, es a ti quién me bebe con dulzura latente y sádica.

Hacer lo correcto es hacer lo mío, hacer lo incorrecto es hacer lo tuyo… pero me has enseñado a dudar de todo y me has dotado de una memoria y mente insaciable que duda pero conserva prudencia y encanto ante los creyentes de algo más grande que ellos mismos. Porque eres el placer de mis desvelos, te pregunto siendo la Luna de testigo… ¿Me quieres o sólo quieres destruir a los demás?

Imaginas constantemente a la sangre de ríos ajenos, te complaces al notar fracasos ácidos sobre los memoriales colectivos, me inundas de un vocabulario limitado únicamente usado para dañar el verbo de las intenciones. Las luces no me satisfacen.

No podré tener enemigos si sigues siendo mi aliado; hombre solitario de rostro conocido ante los olvidos comunes, te inundo porque eres fuerte y paciente. Confía en aquél que te ha llenado de victorias, de objetividad, de cinismo, de independencia. Bebe mientras te dicto el dorado sentir de nuestra sangre; ya estás muerto y necesitas carne fresca con la que puedas resucitar y dirigir. Eres un líder pasivo e indestructible. ¿Por qué me miras así? Sabes que te gusta el poder que transmito a través de las demás personas. ¿Acaso nunca me vas a agradecer?

Tú solo permites la furia que te llena mediante la mirada de mi razón, no te escondas de mi razón, no razones a menos que me esconda, no te llenes de miradas si permites nuestra furia. Quema el propio fuego, porque lo puedes, porque te doy permiso, porque no hay nada más poderoso que yo y soy tú mismo. Cuerpos caen y eres responsable.

¿Quién ganará? Yo lo sé, tú no, porque no eres independiente a menos que me tengas a un lado frente a un argumento. No te escucharán a menos que me escuches primero. Sangre cae y eres responsable. Cree en dios y maldice… soy parte de ti, él no, él sólo quiere conflicto y desacuerdo… pero tú puedes emerger desde esas mismas cenizas que proclamas tuyas cuando son de tu pasado.

Bebe, amigo, hermano, yo. No luches, sólo déjate llevar… soy poder. Eres la esperanza de tu gente pero no lo ves, yo puedo guiarte para que guíes sin siquiera ver dónde caminas. El agua te ahoga, el fuego quema, el aire apaga y la tierra te absorbe, pero yo puedo enseñarte a usar cada uno de los defectos naturales para que tu beneficio crezca cada vez que me veas.

Eres porque soy, demonio… concuerdo.

No caeré porque estás, y te permito mi cuerpo y mi voz. Mi vida no es tuya porque soy tu vida, no lo olvides.


No me he rendido porque no tengo fe. No hay nada más grande que nosotros… Conquistemos.

3 nov 2014

Silencio.

Me ofrecí a ser prisionero de tu silencio,
las pesadillas se alimentan de indiferencia
y de tus colores escondidos sin mutua esencia
nacieron los poemas dedicados a tu desprecio

Me dejé vencer ofendido por el cómico aplauso
y mi sombra desde la nublada sonrisa cantaba la espina,
burlando el mito de un beso perdido con un verso,
donde soy nada por buscar tu mirada en miel envenenada.

5 oct 2014

Notas.

Porque mi sueño es un cristal,
Compadezco de la realidad que me aconseja

 a no expresarme en lo corporalmente efímero 
como tú y yo percibimos al atardecer.                                                                                                                                                             
A no ser como el renglón colectivo 
que surge sobre la crítica del complacer, 
por vivir en el presente.

Mi sueño se cansó de ser banal.
Mi sueño baila sobre el acorde de la irrealidad perpetua que me define, 
porque me define eterno.                    

Me queda tan poco tiempo, que el sexto sentido, 
predicho, se equivoca; 
y simplemente se conforma el instinto a saber que, 
lo que falta por saber, es quedarse con saber 
todo lo que uno ha escrito en los sentidos carcomidos 
por adolescentes como la primera eyaculación en primavera. 

Son notas.

Notas que no recuerdas porque son el querer del sueño. 
Pero me cansé de soñar banal. 
Que el planeta sea lo efímero de la realidad sangrante. 
De mi realidad puerta con puerta, mi realidad sangrante.
Te conoceré cuando tu rostro flote entre la duda de tu propio puritanismo. 
Notas de colores y música y de la melodía colectiva 
que lo incómodo provoca... porque sólo son letras.
                   
Letras de delirio en una nota para despedirse.

26 ago 2014

Frida.


Le pintó sin permiso una mueca deforme y sanguinaria, restringiendo aquello oculto, alabando su desdicha como lágrima suicida; Marcelo cuidaba de sus perros, tomaba los saltos temperamentales de Don Carlos como mi Caudillo resentía de los analgésicos. Marcelo lloró, claro, pero no sé si haya sido por la ausencia o por la falta de presencia de mi Caudillo; niño que hacía el amor con su tinta sin expresar conclusiones ajenas de poeta, como libreta vieja pero rara vez víctima… Lloró, claro, como cualquier amigo que es testigo de una situación que no cualquier amigo vive.


Le escudriñó sonrisas, entre arrugas y líquidos, hacia cualquier presencia de pesadillas conscientes. Recuerdo a mi Caudillo escondiendo banderas como tesoros que uno que otro Marcelo tenía, y entre cables las veneraba y entre teclas las defendía y entre tesoro y tesoro su padecer de almas rígidas y sangrantes revoloteaba burbujeando y pensando. Recuerdo su exceso de palabras entre los renglones.

No me conocían, pero me resguardaba detrás de las sillas sus aventuras de hazañas con resultados malolientes y heridas cuyas cicatrices exhalaban el aire que rondaba mientras eran vividas por él y los seres que él llamaba -con compasión, emoción y tristeza- cuerpos que respiran mi necesidad de quererlos. Él me reconocía detrás y entre las multitudes como confidente y multitudes sus sueños y alucinaciones provocadas por aquella aventura en las rampas del Cerro Manco donde usaban la estática de las piedras grandes como pincel ante la epidermis y la dermis, aquella en su casa cuando leía en voz alta Schopenhauer de Emilio Carrere mientras lamentaba que hablara de él y fuera el poema como si él nunca pudo haberlo escrito, aquella en la que lamentaba en silencio mientras su propia amenaza se escondía bajo sus órdenes jamás revelarse…


Aunque nunca me hayan visto ellos, aunque me ignoraba como Una Puesta Del Sol de un pagano Max Jara que, tambaleando entre maderas crudas a la altura bélica fue vagar inamovible nombrando Él Verso de P. Prado y puntos y puntos y puntos…

Caer sobre lienzos que ya no querían ser serenos, querían ser arroyos, y sólo sabían convertirse en fuego abrumado por sus propias coronas; mi Caudillo divertido entre mortales y su amor, transfigurado por el éxtasis de las emociones sin hallar y la cálida caminata -hacia una rosa cadáver y lirio enfurecido donde se leían, iluminando el pórtico, Sheol en sangre de hadas vírgenes- donde Delmira Agustini era seducida por un invito, invito cordial, invito descuidado, invito solemne, invito sin techo entre cortadas humeantes, un invito Lo Inefable. Y Caudillo iba y jugaba entre roble claro y roble oscuro suspirando el algodón garganta que lo bloqueaba.


Extrañaba mi Caudillo una melancolía que a Octubre no le importaba, los lobos lejanos de frágil verde agonizando trampas en límpidas escaleras muertas. Marcelo Bastián Reverte, que poco cieno cargan tus brotes de obediencia; porque cuando él mismo te relataba sus sueños, parpadeantes olas distraídas por pequeños deseos de morir, no te añoró el desdeño obstinado por la nada evaporada… Confió en ti su atormentada ternura de trascender mediante sonoras confesiones un tejido cantando alimento carroñero, y dejaste golpear esa lluvia tranquila el individuo besado por la tumba de los paganos y su moral ceniza.
Quería ser todo lo contrario a lo que te culpó por impuesto labrador; un buen amigo que por mal amigo fugó como hierba encaminada a los caprichos de Carolina, estrecha necedad la tuya ahogada en el silencio que nunca fue tuyo… te maldigo. Pero mi Caudillo, en sus vientos vulnerables no penó el desvelo por Sofía, que por orgullo se estancó en el desvío perpetuo y las amistades y hábitos de Marcelo, como marea, la estrellaron en un cielo blanco y soledad y soledad y soledad.


Porque eso es memoria… memorias líquidas que los celos de astros intolerantes se aprisionaron en la fugaz nota, rebotando la circunferencia de los axones totales con mi receptor de Luna, Caudillo… siempre fui tu fugaz nota tapando la Luna.


Torturaba los pasos entre la razón y la carta a medias dirigida como antifaz acronológico a Sofía; ejecutaba leves y tiernos golpes a sus labios con la punta opuesta del grafito, indeleble ante la sumisión de sus emociones y restante de la cordialidad compuesta. Sofía Mercedes Loreana, que poco terreno ensucia tu voluntad de alma perdida; porque cuando él mismo te sonreía vagamente entre la penumbra proclamada amistad presentada en trivialidades filtradas con levantamientos de poder carente, te regocijabas sobre los besos que nunca fueron tuyos. Te gustaba permanecer como anzuelo y tentar la dulce cifra esquizofrénica de mi Caudillo, hundido por sostener tus pasos sobre el agua, que reaparecía en epopeyas sidéreas, que gustaba de tomar forma de albogue, que ondulaba mármoles escribiendo campiñas explotadas por inexpertas neuronas hierofantes, que hojeaba oraciones vacías para cultivar cuclillos imaginados en el agro de tu estancia.


Carolina terminaba su labor de reconocer a su hijo como mascota y dibujarlo como parásito que se alimentaba de las ganancias de su trabajo. Un estorbo que no era pantalla ni cortina de su orgullo, solo una excusa del mismo para complacer espejos de la clase alta. Mantenía sus actividades lejos de la consciencia de mi Caudillo como si fueran imposibles de deducir, pero yo las deduje sin dejar escapar glifo alguno que revocara la astucia de la mujer… por extrañamiento lúgubre, por la profanación de la lujuria en su tumba, no sé, por correr hacia la epopeya.


Su padre murió por el fuego de lo inevitable, por la pastilla nunca creada, que el milagro aniquilado por la realidad llevó consigo en su vientre. Señor de externas manifestaciones cuando renunciaba el dolor de su hijo, manifestaciones sin vocales, programadas para compartir antes de que mi Caudillo tuviera algo para intercambiar. Porque sabía de la condición de su hijo desde la primera vez que lo tuvo en sus brazos, incluso antes, y murió por la misma causa predestinada y escéptica cinco años después; Carolina sólo continuaba en estaciones edificadas con sudor de moneda heredada, simulando técnicas refinadas que mi Caudillo gustaba comparar con ciertos trazos de Buñuel en su Bella de Día. Agresivo, solo, cínico, triste… y siempre dibujado por la imaginación de las circunstancias.


Cortes de lo infinito; Marcelo y Sofía martirizaban con bellos roces de aquellos lirios el roble no deseado. Noviembre de piedra; te escucho, Caudillo de lo infinito herido, historia parapléjica de lo común que nació atormentado en abril… Noviembre potable, Marcelo, Noviembre minado, Carolina. Su alegría conforme con la gravedad de la paz molida por lo hermoso del último viaje; aquél último viaje futurista de telas desvestidas por la bala de lo ocurrido jocundo. Lazos morenos entre la calma, Sofía, miedo en el escape con prudencia de girasoles alternos.


Mi Caudillo en su comunión de alas paganas derrumba estelas que dejaron las esponjas necias de esas costumbres estúpidas. Tú, mujer de ley castigo melodía de contrarios, pluma de cristal que en la lluvia moldeaba miradas sobre tu piel cegadora; él tocaba las visiones que en su espalda nombraba tu aurora, y tu aurora en los gritos de sus paredes cansadas de su propio deseo correteándote. Encantado con los difuntos de estrofas perfectas, buscó la nieve de tus segundos, la luz de tus rincones prohibidos… y ojalá te escriba con uñas sobre la sangre del algodón enterrado en la notica de tu sombra.


No toleraba templos; añoraba risas calladas que la desesperación de los lobos, cayendo sobre el plasma de su testamento, desaparecía caramillos tartamudos por el fantasma de tus andares. No fuiste perpetuo descanso cuando fuiste carcomida por la cuenta regresiva sufrida por tu aceptación a la hoja en blanco siguiente. Tu provenir fue parido por su dolor, Sofía. Junglas de comodidades, fruto del cielo incinerado por la precisión de los que los han criado; hogar sin polvo, estribillos dentro del alcance, manos en bolsillos presos de una cabeza viviendo una primavera jovial, manchas de mundos mortificados y procurados de acusaciones, enemigos escuchas cantantes de lo imposible… Tú, Marcelo, mi Caudillo y lo sencillo de su inmunidad ante la participación de las tareas pensantes.


Persigue retratos que maldicen destinos y membretes injustos, no merecidos. Tengo su carta, tengo la familia de su perecer, tengo la indecencia en coro de sus augurios. Público, aclama su riesgo partido en dos, porque la función que disfrutan también fue tono de santos Heráclitos repetidos en enredos linterna. Mi Caudillo fue una trova sepultada en tradiciones que rechazaban su cita encapuchada, y fue un título cuyos favores que por gratuitos abandonaron su impecable y nocturna interpretación. La suerte fue manipulada por la traición perpetrada por la intención de aquellos lirios fúnebres.


Mi locura habló contra mi cintura, distorsionada por el delirio de su florida senda hacia el capullo delicado del cansancio… La Bella Locura. Sus huellas vacilaron entre promesas y figuras vistas más por amantes cobardes entre relatos que por el conjuro de una gaviota fusilada en ideal ramificación de notas suicidas. Cuidado con esta canción corrompida por aquél miedo, lirios de tinta en una carta de arduos derroches turbios, cuidado con el ángel de aquél miedo entre agua y flores… un peso exuberante y un fondo seco bajo la corriente del Caribe. Se amarró a una deliciosa forma de elíptica aleación entre metales que soñaban ser fusil para crueles sacramentos apuñalados por los nardos paganos conspiradores de un futuro ostensorio clavado en la frente donde Adramelech estrechó la eyaculación de la hipocresía. Hoy desde una cima vieja regalo una pasión desempolvada, ofrenda para la desnudez de tu inferno amante; apagaré aquella filtración de aquellos trazos de aquella tinta desganada de volver a protestar las encías peregrinas de llagas célebres, porque tu historia merece altar de pájaros negros y gemidos de una venganza en éxtasis. Mantillas heterogéneas por ocasiones imborrables, las ofrezco; limpia mi carne por el sudor de una equivocación con aquella inocencia, pero sucia inocencia… pero responsable inocencia… incapaz de lejana decisión irrevocable del río hormonal cargado por la mozuela cubierta de aceite escurriendo del crucifijo infractor ante un agravio frutal y estupefaciente.


Licor con imagen pajiza o muro almíbar gitano, frente la transparencia de tu acentuado querer, ofrezco tu manifiesto plasmado en tu nombre, nombre proclamado Miedo como percance raso, tormenta de seda. Marcelo lee un discurso alabado por el fanatismo de la hipocresía, Sofía mantiene la cabeza baja, Carolina ocultaba los pasos de un ruido al vacío para evitar un cariño vagabundo, Carlos Bastián Posento bailaba su indiferencia en el proscenio del fanatismo alabado, el Cerro Manco lloraba a través del sermón del bosque, yo pintaba de plata aquella enagua de espinas verticales… martillando el limo del cristalino de mi Caudillo yacente en potra de un súcubo sin corpiño ni candados astrales. Beso aquella membrana del engaño, le juro que cuido de sus viajes hacia el roble y manzanas de oro, le procuro una sábana oscura que baña el ritual culminante de su otorgamiento para que en pleno destello de ausencia diluya arena flotante con aroma azucarado guardando nuestro pecado centinela.


El campo de las casualidades; entre una carta que revoloteaba en bienes, empero, vecina del futuro atacando la sorpresa de los mandamientos infantiles, como algo buscando firmas resistentes al papel sustancia de la tensión secreta… sufría yo de correr por el vértice del minuto intransitable, anulado por mi Caudillo, en el campo de las casualidades, sosteniendo la cabellera del opaco espesor que juraron sus más cercanos calmantes humanos.


En el terreno muerto, puente entre la frescura del secreto bajo mi falda y su beso adormecido por la cripta del océano, concurría la peste de un sombrero religioso. Fabián Navarro Escalante, que poca geometría habita tu regazo de maloliente fe seductora; porque cuando él mismo redactó el veredicto de sus órganos, optaste por la esclavitud de tus seguidores. Siempre maldijo las intenciones de los tuyos por desvestir los asquerosos intereses propios bajo una lupa incandescente.


Yo escribía, todos los demás dormían, y yo escribía.


Pobre idiota en remedios de riachuelo salado, ¿saben? Como cuando estiras el cuello creyendo que lograrás observar el barco que ya escondió su mástil en el horizonte y se calla el fueguito travieso y niña psicópata de cartón húmedo por la sangre absorbida, ¿saben?


Siempre regresa al diccionario de las estupideces en la gran enciclopedia llamada “buscar pareja”. Porque somos animales, le gusta aferrarse a eso cuando lo cuestionábamos; quería enamorarse a través del silencio irresistible de la promiscuidad. –Benedetti, hermanos- y se recargaba en su asiento cruzando los brazos con una sonrisa indestructible. “Comiencen a ver nuestro comportamiento como simple comportamiento mamífero. No me refiero a nuestra naturaleza como la de cualquier otro ser vivo andante; mantenemos un cerebro reptileano lleno de instintos como copular y procrear y sentir placer y celos y estupideces. Y yo digo que los sentimientos son primitivos, pues el amor concluye con el desvelo de los celos y la obsesión; pero… ¡junten eso con este tiempo de retrógradas donde es más importante tener sexo por estatus que por placer! Somos la generación de los viejos que, sobre una melancolía desarrollada en chinga debido a un jodido salto de hipotéticas brechas generacionales, se dejan vender debido a la rapidez con la que surgen nuevas tendencias. Por necesidad hasta tuvimos que poner modas ridículas, ser alternativo y creer en cultos ancestrales que –resaltando su voz y acento de orador- dicen que los siguen pero no tienen idea de lo que significa porque la historia nos coloca en una consciencia adaptada a nuestro presente muy diferente a la de los pioneros devotos a dioses culpables de sus glorias y desgracias –recupera el aire- gracias.”

Identificado como El Encantador de Culebras por sus sermones sobre humanidades mientras se contradice continuamente y eso nos preocupa, sostiene su característica divagación y lo explota hasta quemarnos cuando está a una palabra de revelar sus emociones ahogadas. Está desesperado por no lograr enamorarse… tal vez porque canta al bañarse, porque le gustan los gatos, aborrece el deporte, se joroba al sentarse, le gusta pintar escenas oscuras y pesimistas, le gustan las películas violentas y sombrías o de hiperfantasía y surrealistas, es psicópata romántico, es cínico hedonista, disfruta la noche y las madrugadas, disfruta de los textos neoclasicistas y vanguardistas, adora la luna, adora estar solo, adora tocar y ser tocado, adora aislarse, adora conversar, adora callarse, adora la música en alto volumen, adora el silencio, ama reír, ama la ira, ama los besos y ama la insensibilidad… pero su mayor defecto era idolatrar la rebeldía, el paganismo positivista, la física, la manipulación, las mentiras y la conquista del conocimiento puro.

Nunca desfalcó los terrores de los mortales; pero él sí, decía, y con suerte las almohadas le ayudaban a escribir, porque las otras veces era arrendatario de los desvelos y se guardaba las ganas de golpear el cartón de su dormitorio que usaba de excusa para cantar a media noche. Descansaba con cervezas y no podía concentrarse nunca leyendo Cuentos Completos de Cortázar porque Alfaguara le causaba cierta desconfianza. A él le gustaba la cerveza, ¿será una cama de distancia?, ¿serán los pólipos del sol sobre la sábana y el cénit de una exploración inconclusa?


Pero ella, Frida, quería verlo y sólo eso mientras llegaba a cualquier reunión de nuestras epístolas viejas en quistes blandos pseudointelectuales, y se preguntaba por qué lo merecían, y se balanceaba entre el sí y el no de sus primeras respuestas. Porque le intrigaba todo lo que ocurría alrededor de una convención social como ésa, y se imaginaba a las causalidades fundando una mafia de predestinaciones inequívocas; juzgaba el lastre de las ciudades hiperpobladas porque él se mudaría algún día a la capital y sesgada en el pálido asiento invocaba sus leales sentimentalismos. Pensaba en él incluso mientras se hipnotizaba con el Nintendo, descansando un pequeño Tláloc en su espalda baja. Pacífica pero fuerte y perseverante, atrevida pero inocente, tierna pero traviesa, le gusta la poesía romanticista y las novelas largas, es fanática de series, estudia física pero no le gusta porque quiere ser actriz y seguir melodías manifestadas en marihuana y libros, es independiente y libre pero reservada y responsable, era líquida, le gusta mucho hacer ejercicio y ejercicio nada más; la pizza y la cerveza son prioridad aunque sabe de vino y de carne, prefiere quedarse a leer un viernes e ir a un bar tranquilo el sábado que ir a fiestas y éstas convenciones que la distraen de la periferia neoclásica. Todo esto él no sabe de ella, solo la ve a veces y han platicado en ocasiones cuando la música revuela una melancolía y sobre cómo estaba el ambiente en el bar o de bioquímica.


Sofía, el fuego, comenzaba a provocar comezón irracional en un lugar que rasca pero que no satisface ni evita futuros roces con la vocecita molesta. No la ama, la desea, no la explica, la entiende. “No sé qué carajos es la incomodidad de saber que estoy con ella. No me incomodan sus besos, todo lo contrario… y el sexo es increíble, coexistimos como Io y Europa, ¿saben? En una órbita cortejando algo más grande que nosotros mismos” y asentíamos idiotas, como esperando que él mismo cambiara el tema, “pero no somos, como son la canela y el café, el tabaco y la madrugada literaria, un buen toque y Marvin Gaye, como cerveza y charla; somos más bien como vino y uvas, como jugo y vaso y no jugo y boca” y asentíamos perplejos, como tratando de recordar a alguien que no conocíamos.


Es una tarde feriada, planeamos no escatimar gastos y nos fugamos a la recreación perfecta donde él conoce a sus amigas, la tierra, el aire, el agua. Y juzgamos canciones y  cuentos. Y rompimos reglas. Y sentados conocemos el verdadero placer de tener todos la razón en todo. Después, su novia, el fuego, despega durante la noche festiva.


Agua, tierra, aire, nosotros, él. Fumamos marihuana en una sala donde los asientos blancos nos obligaban a extasiarnos como gatos antes de dormir, contemplamos los cuadros y recuadros y las escenas y los momentos y lo intrépido de la excitación sexual sobre la tensión. Magnífica la compostura atmosférica entre los elementos… y una de ellas sale a imaginar una historia sobre la calle.


¿Qué es el hombre joven cuando en sintonía con el reconocimiento abala la ciencia de su propio relato y perdona todo aquello que escribió en su contra?


Somos autores de nuestra propia vida, una obra que no es para nosotros pues nunca la volveremos a leer, una escritura para lectores que no conocemos, un odio hacia lo que alguna vez nos provocaba orgullo y bienestar. Por nostalgia mecánica nos encontramos sobre una senda confusa de piedras inquietas y ciegas; tropezamos para no volver a ver claramente, nunca más, pues caeremos culpables por conocer a la piedra que nos enseñe a levantarnos. No creemos en las coincidencias, pero en ese mismo más tarde que nos orilló a rellenar la pipa, Sofía, el fuego, despega durante la noche festiva para masacrar la formalidad de la relación vía teléfono móvil celular. Salió a buscar aire…


"¿Te gusta la noche que como cartón se moja y se pudre si alguien más llora sintiendo el calibre de la paranoia emocional quemándole la piel? ... porque me gusta, me gusta sentir y saber que estoy sintiendo. Tal vez me conformé con lo que había vivido plasmado en un contrario a ese mismo pasado que me reflejaba en aras del progreso límbico, ¿sabes? Porque me reconozco sin conocerme justo en este preciso momento e imagino una historia sobre la calle. Quizás para seguir buscando hay que caer en el error de encontrarse" Y ella le hablaba de sus pasados romances y de cómo pasaba su inconsciente el tiempo entre matorrales espesos, suaves, espinados, esponjados, a veces situados, a veces al aire y desnuda.


“No quiero reproches de mi salada culpa. Estamos tú, yo, la calle y su historia. Quizás para seguir cantando hay que caer en el fatal error de atorarse una canción en la cabeza; cantar, odiar, renacer, repetir.” Ella alzó la mirada, él la vio un segundo para continuar su desdichado melodrama observando el pavimento, relacionando ácidos nucleicos con sonetos y trova; tal vez soñaba despierto, quizá sí sentía una fuerte sensación en el estómago que opacaba el ruido del interior, tal vez sí sabía que ella estaba verdaderamente ahí parada… “Tal vez quiero lo independiente y libre pero reservado y responsable, tal vez le gusta mucho hacer ejercicio y ejercicio nada más; tal vez la pizza y la cerveza son prioridad aunque sabe de vino y de carne, tal vez prefiere quedarse a leer un viernes e ir a un bar tranquilo el sábado que ir a fiestas y éstas convenciones que la distraen de la periferia neoclásica. Tal vez todo esto no lo sé de ella, quizás sólo la veo a veces y hemos platicado en ocasiones cuando la música revuela una melancolía y sobre cómo está el ambiente en el bar o de bioquímica… tal vez quiero una mirada líquida y tardes de Nintendo, observando la dulce piel tatuada en una espalda baja…”


Y ella, Frida, el agua, lo miró como empapándolo de incertidumbre antes de terminar su imaginada historia sobre la calle… y se dio cuenta que aquella imaginada historia sobre la calle era la historia más hermosa del mundo, pero que él, Encantador de Culebras, nunca estaría allí… como él, Mi Caudillo, nunca saldrá milagrosamente de su tumba.