26 ene 2015

Cosmos.

Un día me recordé sentado intentando observar al viento…
Sobre un pedazo de roca, protuberancia de un abismo, a milímetros de una muerte.
Era una muerte lejana y débil, pero me observaba como nos observa a veces la noche.

Me recordé inquieto pero con calma, calculando los metros del canto enérgico,
Como si estuviera oculto, escondiéndome del planeta que me sostenía;
Era un planeta solemne e infectado por nosotros, por mí, por nuestra causa,
Causa desconocida o bien, inservible…

Encendí el fruto cósmico de la hierba mágica,
Me transporté al mismo lugar donde el viento intentaba mostrarse;
Pero sólo me recordaba en algún otro lugar, en soledad con otros vientos…
Y me conecté con el pasado y el presente,
Y me di cuenta que son términos humanos, como la palabra tiempo es.

Las ilusiones de los recuerdos como son las palabras recorren efímeras circunstancias,
Efímeras e importantes, trascendentales para nuestros ojos blandos e irónicos.
¿Somos acaso un chiste de la naturaleza?
¿Un enemigo construido para evitar el aburrimiento de la creación pura de vida?

Si estamos para no estar, si la vida no tiene sentido, si luchar es preparase para morir…
Si escribir es vivir para siempre, si cantar es vivir por los demás, si bailar es vivir presente…
Si la música es un futuro recuerdo, si la vergüenza es fruto de la ambición soberbia…
Si la música es fantasía infinita como las palabras, si esa ambición es alimento del alma…

Si el planeta marcha y no nos necesita en lo absoluto…
Si somos esclavos de nosotros mismos, de los que decimos, de nuestra propia humanidad…
Si la paradoja de la libertad, si la ley de Talión, si estamos despiertos hasta el amanecer…
Si Borges o Cortázar, si los rusos o los japoneses, si Shakespeare o Tolkien…

Tengo el frío que me adopta, el teclado que me escucha, la luna que me esconde…
Tengo el azul entre el cielo y la tierra, las luces de la ciudad, el fuego infinito e invisible…
Tengo la energía de mil galaxias, el poder de billones de universos, el alcance de la luz…
Tengo a mi alma que impide todo aquello, pero el conocer de mis antepasados no me obstruye…
Tengo la voluntad eterna, el cuerpo indestructible, la conciencia traviesa…

Tengo el cobijo del invierno, la tristeza de la luna, la soledad de la muerte…
Tengo un santuario en mi garganta, lo más sagrado en mis palabras, lo real en páginas…
Tengo los adagios y el réquiem, la bohemia y la abstinencia…
Tengo la interminable sabiduría del placer en el beso y en las hojas más verdes…

Tenemos todo eso, nosotros.

Me di cuenta, recordándome sentado… tratando de observar al viento;
Que en el tratar está la esencia del vivir, en la lucha está la victoria,
Que no hay tregua con la vida, pues somos la vida misma.
Que no existe el existir, sino la existencia como una sola cosa.
La existencia de una sola cosa… de la cual formamos parte.

Me di cuenta, intentado observar al viento… que somos viento.
Que nuestros respiros son música para el universo.
¿Acaso somos máquinas creadas para entretener a la naturaleza?
¿Acaso somos bufones violentos destinados a retar a las legiones de la madre tierra?

Somos madre tierra y somos sus hijos… somos máquinas creadas para crear y ser creados…


¿Por qué no estamos en otros planetas, conquistando el amor de todo el universo?

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