17 nov 2017

Torus

Se ha perdido tu alma de mis sábanas y la quiero de regreso.

He sido pura textura, sin sueño,
ornamento del hielo, un juez de labios secos.

Mi Torus quieto,
paradoja onírica,
despliegue de delicia y
de ti
mil catarsis para mi equilibrio.

Mi justicia vulgar, mi adiós que no está;
si no me robas, y si no me roba la noche,

mi delirio.

Mi entrevista con Diana Bourdeux. Reescritura.

BOURDEUX; REGRESA PARA DARLE CONTINUIDAD AL ARTE
Dos entes, uno llamado Adolfo, otro llamada Diana. Conversación que parecería habitual, pero 20 años antes y en espasmos o momentos que podrían expandirse en un sinfín de teorías sobre temporalidad y espacialidad como uno solo, Bourdeux olvida la penosa situación de una acusación de plagio hace 15. Hoy publica su nuevo trabajo, después de ser destrozada por la crítica literaria cuyo canon reside en el Centro de las Artes. Veinte años antes que es ahora, el tiempo no se dobla, no se unifica, simplemente simulan una realidad, la realidad de la literatura, la realidad sin exceso de realidad y por lo tanto llena de excedentes. Es una mesa metálica, de esas que habitan en un ecosistema comúnmente llamado “Casa de los Abuelos”, hecha a base de formas curvas, pintadas de blanco. Por supuesto que nunca hubo en casa de sus abuelos mesa así. No era cerveza, pero actuaba como tal, digamos que era cerveza, adaptando la existencia de la cerveza como la existencia pura de la existencia-objeto, cada trago es una infinidad de preguntas y esto es lo que los diferencia principalmente: Adolfo elige cierta sección de preguntas y mediante el lenguaje hablado las responde, Diana elige otra sección de preguntas sin interrogación para el mismo proceso, respondiendo qué significa el contenido de su próxima publicación, El Deber como se Bebe. Un trabajo que relata la historia de un hombre que tuvo que partirse en dos cuando sus amistades le dieron la espalda al creer una locura, y planea enseñarle a toda una ciudad, a través de un árbol viejo, que la metafísica lingüística es ley.
Adolfo: -Cuéntame, te involucras con el postmodernismo mexicano como reacción a la hegemonía estadounidense, habiendo esto de la Acción Comunicativa en la microeconomía desde ese poder extranjero, y explicas porqué las nuevas generaciones padecen de tantas dudas y catarsis, es una interesante manera de abogar por la libre abstracción de estilos, pero no responde realmente si la historia pretende impactar, ¿Qué es El Deber?
Diana Bourdeux: -Todo se resume al ser, ser o esencia, eso que probablemente quieras explicarlo como la ‘nada’ entre nuestros átomos, el alma, el espíritu frágil. ¿Quieres ser extremista religioso? Adelante. ¿Quieres ser hippie o nómada? Adelante. ¿Quieres luchar constantemente contra ti mismo? Adelante. Siempre hay que tener un objetivo, una meta, porque estás vivo. No puedes ir por ahí buscando más preguntas para entender la existencia si no te das una existencia primero.
A-Tal vez para entender la existencia debas separarte de la existencia, dejar de existir sin dejar de ver, como dice Baudrillard; pero Kant parece ser el predilecto todavía.
D-Todo lo que acabas de leer porque te lo dejaron de tarea lo adoptas como conocimiento adquirido a voluntad y te obsesionas con el tema por un período de tiempo. Ya se te pasará, aunque es bueno que incluso lo menciones, no encaja en este momento.
A-Claro que encaja, todo encaja, es un huracán de palabras, como te han criticado por ese ornamento innecesario de metaplasmos; ¿cómo justificas ese recurso en la industria literaria actual?
D-La maldición del occidental no-indígena es que nunca podrá desentender una palabra para conformarse con el sinsentido de su producto final, nunca podrá tomar palabras como simples estructuras palpables, siempre les dará un significado, inconscientemente, no está leyendo una palabra, está inevitablemente haciendo lectura del significado que se acomode al contexto general del significante. Así pues, destino se convierte es una puta bisexual y sin pasado, destino es un disparo en la oscuridad, destino como cuenta atrás interminable.
A-¿Destino como propio? ¿Destino, nacer, destino, morir, destino? ¿Es tu vector estructural para el libro?
D-Pues, una profecía. Terminaremos como ya odiamos toda palabra en el lenguaje de todas las especies del universo… [enciende un cigarro, bebe un trago de su cerveza, se acomoda en el asiento] … podríamos ver toda palabra como una ecuación matemática, pero nos aburriríamos, no por explicar por fin al lenguaje como principio filosófico, sino porque el resultado será repudiable. Destino y se manifiestan un billón de soldados temerosos para morir simulando su heroísmo.
A-Para eso el objetivo de tu vida, aquello que sueñas, aquello que anhelas con todas tus fuerzas, aquello que supere cualquier otra cosa, incluyendo el lenguaje, incluyendo la ciencia, incluyendo el arte; ¿proyectas eso ante el lector como imposición de valores?
D-Pues ya sabes qué es lo que quiero… lo que todos; imponer valores. Estamos vivos por eso.
A-Pero, ¿lo querrás para siempre? ¿Aunque lo hayas logrado, aunque lo tengas?
D-Cuando lo tenga no me importará más el pasado, ni el futuro que será lo mismo, lo querré para siempre porque siempre lo he querido. Cuando lo tenga habré muerto, la buena muerte, si no lo obtengo moriré, la mala muerte, la muerte normal.
A-Muerte normal para ti es mala muerte…
D-(Interrumpiendo) Para nosotros…
A-…y la buena muerte es seguir viviendo.
D-Exacto. Vivir es una joda, por eso morir es descansar; pero la buena muerte, para nosotros, significaría lograr obtener lo que más queremos para por fin vivir, reencarnar en vida, morir por matarnos para nacer otra vez en otro espacio, toda esa nada entre átomos se reemplaza, toda la nada entre átomos son partículas sin descubrir.
A-¿Estás aludiendo a un rencor contra el círculo que criticó tu trabajo?.
D-Bueno fuera que se levantaran solos todos; hay recursos prudentes para pedir disculpas como apología en sí misma, sin contradecir los principios de uno…
A-Osease, bueno fuera que el lector supiera y no supiera al mismo tiempo para vivir en esos dos estados; el epítome de tu influencia que recibió buena crítica y te posicionó en una vulnerabilidad académica… y el éter de las ideas que plasmas en este último. ¿Cómo ves al lector?
D-Bueno fuera que no fuera tan huevón… no considera ese deseo, el deseo está en querer jodidamente levantarte y jodidamente acercarte al libro para jodidamente levantar el ánimo de seguir leyendo, tabula rasa… levantar el árbol es la joda más grande, un espacio-tiempo intermedio, la ruptura entre lo que fue y lo que es ahora, para que al momento de volver a enterrar la raíz ya no sea jodidamente regresar a tu asiento y para que ya no sea jodidamente volver a sentarte… Y eso no es este libro; se requiere volver a poner en tela de juicio mi memoria y mi capacidad para ofrecer un monomito excéntrico de la literata de la vieja escuela que se adapta a tiempos modernos, pero que cae en esa revolución involuntaria.
A-Jodidos los círculos viciosos.
D-Jodida la juventud con pleonasmos vacuos.
A-¿Será un reto para el viejo lector?
D-Es parte de hacerse más fuerte.
A-Entonces, ¿Repasas el método una y otra vez para creer que serás parte de una técnica universal de autodescubrimiento cuyo avance teleológico es volver a empezar, pero nunca termina nada?
D-La Paradoja del Buen Consumo, el Beber de la historia.
A-El silencio entre tu ausencia y tus alumnas, que publicaron justo después del “suceso”, fue aterrador. ¿Hablaste con ellas?
D-Existe una regla entre ambas, impuesta por quién sabe qué, un electrón [partícula esencial que forma una trayectoria alrededor de un núcleo y que sigue leyes físicas] en el que está prohibido identificarse abiertamente… sobre todo si una se identifica ante la otra en voz alta. Era un crimen, deberían ser una sola, pero no se puede definir en su imaginación… una era espacio y la otra tiempo.
A-¿Estás diciendo que fue bueno el que publicaran?.
D-Se levantarán solas…
A-¿Tienes estrategia comercial?
D-Estaremos podridos nosotros [todos] entonces… ¿ves? No hay de qué ocuparse, a veces es mejor preocuparse [mira al infinito en una pausa], y escribirlo. Nada de publicidad.
A-Entonces, Diana, ¿Planeas perjudicar el movimiento en San Luis Potosí?
D-No, es uno solo, pero sin él no habrá más árboles; vamos, la jefecilla que les dijo a todos que, de alguna u otra forma, era plagio conceptual.
A-Entiendo, pasamos del rojo al azul, doblamos la mora-
D-(Interrumpiendo abruptamente) NO, lo digerimos, es nuestro, somos él. Te leo un pequeño fragmento: “Las flores comenzaban a madurar. Había hiedra venenosa creciendo alrededor del árbol caído. Uno se levantó, arrancó las hiedras, algunas desde la raíz, otras desde el tallo. Puso sus manos bajo el árbol para levantarlo y sintió una fuerte presión en la espalda. Retiró las manos y regresó a su asiento.”
A-Parece que vuelves a ser niña.
D-Tal vez si fuera lectura infantil…
A-Diana, gracias por la entrevista; para terminar, cuéntame si planeas usar, en algún momento, la convergencia digital del metaplasmo millenial.
D-Y aseguramos que nunca vuelva a caerse el papelito, no, no sé… Primero esas tres pelmazas deben de cagarla en su publicidad barata. ¿Qué importa más entonces? Yo, aquella que las complació, que llenó de placer y pensamiento, la vieja escuela… o un árbol que bien podría desaparecer simplemente y ambas [“la jefecilla” y ella] seguiríamos vivas. Aquél árbol significa mudarse por completo… Fue un golpe directo por ese síndrome del potosino pisa-y-corre. Hay que vivir en él, ser parte de él, cuidarlo porque decido cuidarme, porque es nuestro sueño. El árbol siempre fue el objetivo, el árbol siempre fue lo que somos. Movimiento y espada en ciento cincuenta páginas.
A-El árbol jodidamente tirado.
D-Y mientras descubra la forma de levantarlo sola… no dejaré que se pudra. La tormenta mojará las raíces, la tormenta arrancará toda la hiedra venenosa, la tormenta destino.
A-Dales una buena muerte entonces…
D-Sigo viva porque ya no le hago a los círculos viciosos, amigo. Buena muerte, buena suerte.
A-Gracias.
D-Gracias a ti.
Pasé el resto de la tarde predicando el juramento de la razón por extinguir el metaplasmo vacuo en nuestras conversaciones diarias.