27 ago 2013

Ella, fantasma.

(Ectoplasma)

En el rincón de espectacular nombre y de fuerte monumento, en el correr de millones de almas y pedazos de las mismas, se jubila el hielo a su esplendor de estatura magnífica y desaparece.

Las señales aromáticas de un pilar de interpretaciones que llaman al vacío una mirada sin sonrisa, pero dudosa, y un caudal en expansión de cristales neuronales de tiempo eterno y espacio sin espacio buscando preguntas que hacerse.
Se anhela el arrivo de la noche, y con la desesperación se inventa sin pausas, relacionando una estrella con la otra, procurando el negro en todos los detalles, creando una hoja donde aquellos destellos blancos representan comas y puntos y acentos; aquella oscuridad se transforma en oraciones y en frases y en recuerdos... Vastos. Hay más, hasta cuándo, no están. La prisión invisible, encerrarse entre manjares, el suelo y el sueño; el umbral ojival melancólico, jambas estrechas indestructiblemente  débiles.

Configuración de playa color lágrima, donde no se reconoce la frontera entre la arena y el mar, arena y mar... arena y mar. Se entierran los dedos de los pies asustando cangrejos, el sueño y el suelo... Y el aroma regresa. Aquella estructura de pintura o palabras, de un negro detallado y de comas y puntos y acentos; de una prosa con velocidad líquida. Paranormal desnivel, el suelo y el sueño... y una lágrima.

Aquí la boca seca, allá los labios eufóricos. Levitando el corazón escudo, arrastrando el poema espada. Una mascota querida usada en duelos a muerte con un espejo hasta sangrar la dedicación en el ataque, dolor y fortaleza, ¡Dolor y Fortaleza!...

Pero sigue ahí sobre el agua la noche fantasma, sigues ahí, sigues ahí.