9 nov 2014

Dulce Pena.

Te escribo porque hablar contigo no es suficiente. De las cenizas que has dejado tras la traición de tu doble ironía, recaí como manglar ante la nieve. Me cuesta trabajo helar esas llamas petrificantes; es momento de que me digas la verdad de tu estancia en mi tiempo… ¿sigues presente después de tantas heridas? ¿Te callas y te levantas esperando una provocación insólita?

Ésto es a ti, demonio de dos caras que ocultas la tercera para que no aprenda a moderar mis duras caídas y, al mismo tiempo, alimentas mis ganas. No podré tener aliados si sigues siendo mi enemigo, doble persona que me atormenta. Ésto es a ti que apareces cuando las circunstancias llaman desesperadamente a la rebeldía y la violencia. Ésto que te suena y lo lees con otro nombre siendo yo mismo, es a ti quién me bebe con dulzura latente y sádica.

Hacer lo correcto es hacer lo mío, hacer lo incorrecto es hacer lo tuyo… pero me has enseñado a dudar de todo y me has dotado de una memoria y mente insaciable que duda pero conserva prudencia y encanto ante los creyentes de algo más grande que ellos mismos. Porque eres el placer de mis desvelos, te pregunto siendo la Luna de testigo… ¿Me quieres o sólo quieres destruir a los demás?

Imaginas constantemente a la sangre de ríos ajenos, te complaces al notar fracasos ácidos sobre los memoriales colectivos, me inundas de un vocabulario limitado únicamente usado para dañar el verbo de las intenciones. Las luces no me satisfacen.

No podré tener enemigos si sigues siendo mi aliado; hombre solitario de rostro conocido ante los olvidos comunes, te inundo porque eres fuerte y paciente. Confía en aquél que te ha llenado de victorias, de objetividad, de cinismo, de independencia. Bebe mientras te dicto el dorado sentir de nuestra sangre; ya estás muerto y necesitas carne fresca con la que puedas resucitar y dirigir. Eres un líder pasivo e indestructible. ¿Por qué me miras así? Sabes que te gusta el poder que transmito a través de las demás personas. ¿Acaso nunca me vas a agradecer?

Tú solo permites la furia que te llena mediante la mirada de mi razón, no te escondas de mi razón, no razones a menos que me esconda, no te llenes de miradas si permites nuestra furia. Quema el propio fuego, porque lo puedes, porque te doy permiso, porque no hay nada más poderoso que yo y soy tú mismo. Cuerpos caen y eres responsable.

¿Quién ganará? Yo lo sé, tú no, porque no eres independiente a menos que me tengas a un lado frente a un argumento. No te escucharán a menos que me escuches primero. Sangre cae y eres responsable. Cree en dios y maldice… soy parte de ti, él no, él sólo quiere conflicto y desacuerdo… pero tú puedes emerger desde esas mismas cenizas que proclamas tuyas cuando son de tu pasado.

Bebe, amigo, hermano, yo. No luches, sólo déjate llevar… soy poder. Eres la esperanza de tu gente pero no lo ves, yo puedo guiarte para que guíes sin siquiera ver dónde caminas. El agua te ahoga, el fuego quema, el aire apaga y la tierra te absorbe, pero yo puedo enseñarte a usar cada uno de los defectos naturales para que tu beneficio crezca cada vez que me veas.

Eres porque soy, demonio… concuerdo.

No caeré porque estás, y te permito mi cuerpo y mi voz. Mi vida no es tuya porque soy tu vida, no lo olvides.


No me he rendido porque no tengo fe. No hay nada más grande que nosotros… Conquistemos.

3 nov 2014

Silencio.

Me ofrecí a ser prisionero de tu silencio,
las pesadillas se alimentan de indiferencia
y de tus colores escondidos sin mutua esencia
nacieron los poemas dedicados a tu desprecio

Me dejé vencer ofendido por el cómico aplauso
y mi sombra desde la nublada sonrisa cantaba la espina,
burlando el mito de un beso perdido con un verso,
donde soy nada por buscar tu mirada en miel envenenada.