20 sept 2012

Testamento de un Caudillo.

"Al leer esta carta te defines como persona, si concuerdo con los términos requeridos para tus requisitos adquisitivos empresariales. Tu tanga la doné a caridad, recomiendo dar por sentada la imagen de una adolescente huérfana tocando con su piel eléctrica los vegestorios de dicha condena en marea alta, como a su majestad. Os perdono, sin entablar los papeles que firman tus pasadas reglas básicas de comportamiento, acepto la responsabilidad de mis cortos pentaóxidos de claridad si aludir al pavo real de tus aposentos medievales. Se restan a su suma pertinencia, los claros interrogatorios procreados por el y en respeto Caudillo, no sueñes sin descansar. No corrijas los niveles de energía adquiridos en ruinas talibanes. He despojado de tus piernas cuentos del neo-clásico contemporáneo escribiendo la firma de las nuevas generaciones. Suelo al tocarlo, cuando mientras camino sobre él, y sin chantajes que llevas cargadas las facturas. Esquina inferior derecha, un elogio de contorno azul. Las piedras del Rin aplastadas en la pared que incrédulos y con conclusiones afamaron sus prejuicios de pereza. Un día de éstos habrás caído en la zanja estructurada en el jardín, ésto que lees es tu libertad. Si, en mí y mis escepticismos puros te confieso que absuelva tu fervor y efímero roce de carnes. Glifos fóneticos por necesitar alguna indulgencia para observar las peculiaridades que un casual domingo obligó a su maestro campesino y juntó los pueblos, querida mía, ¡La simpleza de una mañana del mes pasado! Para cual existencia, os dejo los rubíes y las mazorcas de antimonio. Para cual ser, os concedo el buzón y la frialdad del tramo mientras el polvo cubra mis dolencias. Amada mía, que te ahogas, aquellos que fuimos del morbo coleccionistas de anillos y lodo, corramos entre las penitencias y seamos esclavos de las cadenas libres para dejar cuenta y rienda suelta con la diferencia de horario. He sumergido y he emergido. Ejerce, con pastores y banderas, aquello que por total enmienda has de encontrar el estado de agregación que más le parezca para las masas volubles, vulnerables, y buscar las partículas vibratorias, hoy nos toca ser cationes, preciado maderero de los caudales indígenas, me encuentro escondido en los cenotes. Me encuentro sin recíproco al tocar la campana no al hervir mis reposados adefesios que no mueven. A las estrellas mirarás que te dicen con ternura que te odian, y te rogarán una sonrisa. Pero corre vida mía, que te alcanzo..."

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