8 oct 2016

Al poeta de sorda audiencia.

Termina el concierto de los mil abrazos.
Puedes ir a beber del tejado y sus aromas, cuando el cielo gira sus trazos.
Puedes ir a tejer el navegante de las nostalgias, y rezar cuando desaparece.
Puedes ir y dejar, pero no esconder cual júbilo envejece.

En el intermedio terminan y acusan la mirada y el adorno.
Miradas de alfombra, sin puente al bochorno.
Y si pasas la mano por el polvo, bailan las palabras.
Mira el alfiler atónito su andar de telas macabras.

Empieza y el ave observa su sombra frente al sol.
Nuevas líneas de contraste a su hierba y alcohol.
Empieza antes de haber sido éter y piel hervida.
Erguida sobre los pasos del frío avaro corazón.

¡Qué música de ancianos para cierto tinte!
¡Pintura de carbón y adulada esfinge!
No hay remordimiento de palomar y redada,
que un pez escupe su miel desquebrajada.


Maldito féretro de apologías ensayadas,
Maldito mar de herejías moralizadas.
Las perlas y los vinos alimentan a los cuervos,
para no pasarlos por usura sin sus cuerpos.

¡Con qué facilidad encuentran tentación!
¡Un niño con tabaco y fácil dicción!
Imagen de risa, sin emoción...
Ternero, por fin, termina tu audición.

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