14 sept 2013

El Aroma del Cielo.


Dejando de amar mi vida me despido.

Me he apagado con lo único que puedo sostenerme.
Me he apagado porque solo se necesita un suspiro,
porque en el oficio anónimo se necesita encontrar...
encontrar lo que la gente busca,
porque no hay límite más largo
que el estar completamente solo....

Es un infinito verso que nadie lee,
nadie escucha,
nadie siente y nadie percibe.
En un susurro pueden suceder muchas cosas;
yo creía que ser escuchado no importaba,
pero de mí a nadie le interesa ni un susurro escuchar.

Me elevé con una puerta al pecho
a veces me dejé caer en el cenicero de nadie,
porque lo fácil de vivir es ser invisible
y ser cenizas.

Que mi vida sea un silencio merece ser la palabra muda,
que mi cuerpo sea una galería
y los prejuicios merecen ser la voz no juzgada.

El aire que camina sobre el alma
que creía ser sobre mi alma,
porque mi alma es un robo
y ese robo fue tragarse el ímpetu del viento,
porque de aquel viento mi boca se invitaba...

Creía que en mi sueño se desnudaba la arena
y en la arena se absorbió sólo el mar sincero.
Porque sincero pasaba el tiempo de la herida,
como el límite de mi sonrisa
como mi alegría de pañuelo
como mi sangre que fue una mancha para los dioses...

Hoy me despido con el corazón seco,
con el fuego arañando la piel de mis desvelos
con lo que sopla el verbo burlándose de mí.

Hoy, la noche está en mi piel
donde el mundo entero duerme...

Hoy me despido porque no saludé nunca a nadie...
Hoy mis lágrimas son las flores que nunca habitarán sobre mi tumba.

Hoy nadie lee esta última nota suicida
porque no soy capaz de suicidarme,
pues no he visto la vida
desde aquel recuerdo indeleble
que solo yo noté
porque ya estaba muerto...


Así huelen las nubes...

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