23 mar 2013

Quererte tanto.

Grito las tenencias del reloj, constante perpetrador de silencios, perito de los callados.
Lleno de colonias aquella estrategia cerebral que llaman nostalgia, siendo la fracción cuerda cerebral en letras perdidas. Y apago la luz que quiere tener conciencia propia y tormentar las estrellas que anhelo ver cuando conquista el sol, pero sangro las heridas de la luna y me encuentro perdido, al final del pequeño viaje, nuestro pequeño viaje a donde no existe el viento.
Quiero encontrar las teclas que simbolicen sueltos tus sueños, como algo esperado de los poetas, sin estar escondido, sin metáforas.

Eléctrica arena, alguna vez te escribí, carente de preámbulos suficientes. Mantienes la brevedad de esqueletos tántricos,  y me dejas entrar. He muerto porque no vivo en mí, en nada, soy el no-ser que Anaxímenes perdió cuando le tomaron el pelo y le elogiaban. Cuelgan los canelos fúnebres, la vainilla de la mentira, la sustancia del chocolate en tus retinas.

Me despiertas, es bueno contar luces, logras provocarme percibir cosas buenas. Descarga tras descarga te busqué ciego, te encontré mientras mi cuerpo estaba maldito, ahora dependo de mí y Cronos me espera en las puertas. Flautas de Pan, el cisne de Zeus, el rayo de Hera, el silencio de los Nibelungos, ¿Seré capaz de perdonarme por quererte tanto?

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