6 ene 2013

La Sal es un Espejo


Malecón, Habana Vieja, 

La Habana, Cuba, 31/12/12


He mojado mis pies con las piedras. La bandera casi ya descolorida por la sal del atlántico se deja ver de las olas y el castillo se asoma por entre la orilla. Las ruinas de la patria se deshacen con el choque del océano y heme aquí, descalzo, recargando mi escape en la Vieja Habana.

Montañas líquidas tricolores atacan las penurias de corto alcance entre lo que era y lo que será. Azul de Diciembre desde las gaviotas del dos mil doce, los vientos del sol gotean mi mochila mientras Ignacio ansía el regreso al hotel.

Busco el horizonte pero no me toca. Trapos rotos, costa limpia, ropa vieja y los Bucaneros de la tierra hermana y el Cristal de Miramar. El arte urbano es arte y la tinta se resbala por los cincuentas. Las nubes le cantan a La Clara a lo lejos y mis ojos distinguen los altos edificios blancos del cáncer que se ha detenido para dejar pasar la Revolución y aclamar al pueblo, le sonríen a una voz.

Se acerca la luna…
Me dejo llevar por la exquisita piel morena
Me acuesto y recibo los besos en la arena
Me filtro contra los ojos de la marea,
Me caliento sin lo que la hoja menea…

Una muralla de astas bloquea la enfermedad y añoro el deseo y el cálido toque de femeninas historias. Nos saludan las Ventanas y bienvenidos los colores de nuestras alas; historia entre renglones de tiempo transparente. CUBA, secuéstrame…

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