4 dic 2012

Ella se peinaba.


Heirloom Wood Journal – 04/12/12 – 4:34am

La recuerdo, claro. Ella se peinaba por las noches en una piyama blanca, sentada en la orilla de la cama mirando hacia la ventana del dormitorio doce de la mansión de sus padres, en una carretera olvidada hacia Guanajuato, era de piel serena y ojos alegres.
Solíamos beber café en el jardín pegado a la casa de juegos de azar, junto a una gran alberca, en una mesa blanca, los dos Cappuccino, los dos  Pall-Mall, los dos un Allegro, los dos una lágrima, una flor en el jardín.

Recuerdo llorar al escribir… escribir al llorar. Dejando caer el tabaco y las cenizas como mis lágrimas en una madrugada de invierno, cenicero improvisado con agua. Luego ella venía a rescatarme para seguir escribiendo… Los dos un poema, los dos un Adagio, los dos un clavel.
Sentados sobre casas de compaña dentro de sus bolsas, en el único claro que quedaba de la reserva natural, lo único que quedaba de pasto verde. Nunca nos dirigíamos palabras, bastaba como me besaba los augurios.

Recuerdo los pilares interminables de libros en la alfombra de su dormitorio de arena, las colchas de cristal y las noches de desvelo a voluntad. El pintar juntos sobre la terraza de su nana, extasiados.

Recuerdo la brisa de sus sueños alegres, atónitos al despertar, que nunca llegaban lunas al navegar y al verlas se imaginaba que les caían en sus brazos.

Recuerdo que el mejor romance fue de los besos como miradas. Pasábamos horas sin hablarnos, sin tocarnos, sin acercarnos. Amábamos con los ojos y corríamos descalzos, recuerdo…

Recuerdo ver llegar a su padre con su escuadrón, partían hacia Sevilla, ya en sus dos piernas nostálgicas por el frente solo atacaron vientos envenenados con llantos melancólicos anhelando ver un día la Soledad, la Soledad de la Luna. Ya teníamos a las estrellas en nuestras manos, nuestros dedos dejaban caerlas, lágrimas de aquél viento… Las Estrellas…

Me tomó la mano y enérgica me arrastró a dos pies contra el convento, pareciendo, sin salir de la hacienda y se hacía tarde y corría y corría y me hacía levitar mientras lo hacía, esperando estar devuelta con aquél clavel.

En el tren se oían bosquejos solemnes y lúgubres, el helado vidrio de la ventana congelaba mi espalda, ella se recargaba en mi hombro izquierdo y yo trataba de acostar para que descansase, pero arrebataba la mano mía para contra el hombro contrario suyo y descansaba… Nunca cerré los ojos…

A la salida de su café la esperaba con un canto y unas flores, los tabacos ya estaban en la mesa [-] mesa de cristal… [-] Y dos corazones al bailar…

Se sentaron en nuestras tazas, los dos Cappuccino… Un panecillo dulce para vos mi reina, su majestad que de órdenes [ordés] solo aquél plebeyo [plefebo] de llantos rosados nos hará cantar…

Su risa, claro, la recuerdo. Era rechoncha como la María de Lourdes dentro de poco para su restauración veraniega. Un sonido palpitante, dulce y sin remedio. ¡QUE ME SAQUEN EN CADENAS, PERO MI FLOR NO VOY A SALTAR! ¡PARÍS! Lo bello de tu dama a encelar, y entre pasos callados y libretas empapadas en la sangre de cuentos imaginarios la logré conquistar…

Recuerdo que no hablábamos. Amábamos las luciérnagas y meterlas manos en las bolsas de granos para pensar que lo robamos y que estuvieran equivocados, y su sonrisa una vez más me dio llanto a las cuatro con tres de la madrugada [-] Recuerdo despertar y el seguir dormido en ése tren…

“Lo bello que es vivir enamorada de un tren, de un asiento, un Allegro y un dormir…”

Luces, fuego, tiroteos, grupos de caza. La Guerra. La Paz[-]. La Maza.

La Muerte, claro, la recuerdo. En su departamento de París, yo vestido de blanco y ella peinándose en la orilla de la cama mirando hacia la ventana, rociando de claveles las cortinas, enamorando las alfombras, preparando té para los rotos pinceles del caído trombo de guerra y el acordeón mal-herido de panchos y furias…

RECUERDO QUE LA AMÉ... [-]

LA
LA AMÉ[-]
LA AMÉ[-]
LA AMÉ[-]
LA AMÉ[-]
AMÉ…

La Amé…

Sí, lo recuerdo, claro. Fuimos dos, fuimos ella, fuimos yo. Un Cappuccino para las tardes del café de París, un Allegro… Fuimos Allegro, claro, lo recuerdo.
Fuimos una flor, fuimos un sol, fuimos…
[-]MUERTE[-]GUERRA[-]AMOR[-]

Fuimos dos ojos besándose, que al caer el villano, lágrimas del tabaco escuchó. Llorábamos humo y bebíamos café.
Fuimos el viaje a Sevilla para ir a París.
Fuimos, ambos, lo que la amé…

PERO ELLA NUNCA DEJÓ ESPAÑA
Y YO NUNCA DEJÉ EL TREN.

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Sueños de Gardenia
Cenizas de Caudillo

Yo la amé mientras Ella me amó… Y fuimos lo que fue…

Caudillo de Sueños.

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